Una sola comida alta en grasas saturadas reduce el flujo sanguíneo al cerebro, según estudio


Investigadores descubrieron que el consumo de alimentos grasos afecta la capacidad cerebral para regular la presión arterial, elevando el riesgo potencial de accidente cerebrovascular y demencia.
Un estudio de la Universidad de South Wales reveló que incluso una única comida alta en grasas saturadas —como una pizza o un batido de crema— reducía el flujo sanguíneo al cerebro y dificultaba su capacidad para regular la presión arterial. Los efectos fueron más pronunciados en adultos mayores, quienes ya enfrentan mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
El experimento, publicado en The Conversation, analizó a 41 hombres (20 jóvenes y 21 mayores de 60 años) antes y después de consumir un batido con 130 gramos de grasa y 1.362 calorías, similar a una comida rápida. Cuatro horas después, los vasos sanguíneos perdieron flexibilidad y el cerebro mostró un 10% menos de capacidad para amortiguar cambios bruscos en la presión arterial.
Un peligro oculto en la dieta
Aunque el daño no es inmediato con un consumo ocasional, los investigadores advirtieron que la acumulación de estos episodios podría aumentar el riesgo de demencia y accidentes cerebrovasculares. "El cerebro depende de un flujo sanguíneo constante, y las grasas saturadas lo comprometen", explicó Chris Marley, coautor del estudio.
El NHS recomienda no superar 30 gramos diarios de grasas saturadas en hombres y 20 en mujeres, pero una sola comida rápida puede duplicar esa cantidad. Además, el cuerpo pasa horas en estado de "lipemia posprandial", donde los niveles elevados de grasa en sangre lo hacen más vulnerable.
Las incógnitas pendientes
El estudio no incluyó mujeres, pese a que ellas tienen mayor riesgo de demencia, ni analizó el impacto de grasas saludables como las del pescado o frutos secos. Los científicos insistieron en la necesidad de priorizar dietas bajas en grasas saturadas para proteger tanto el corazón como el cerebro.
Adaptado de un texto escrito por Por Chris Marley y Damian Bailey (The Conversation).