Estudio alerta que Reino Unido se encuentra entre los países más desconectados de la naturaleza y del vínculo emocional con el entorno
La investigación advierte que los británicos figuran entre los pueblos menos conectados con el entorno natural, superando solo a naciones altamente urbanizadas como Alemania, Japón y España.
Un reciente estudio internacional publicado en la revista Ambio, basado en datos de 2024 del Journal of Environmental Psychology, reveló que el Reino Unido se ubica entre los países con menor conexión emocional y espiritual con la naturaleza.
La investigación —que evaluó a más de 57.000 personas en 61 países— analizó factores sociales, económicos y culturales, situando a los británicos en el puesto 55, solo por encima de naciones como Países Bajos, Canadá, Alemania, Israel, Japón y España.
En el extremo opuesto, Nepal lidera el ranking como el país con mayor vínculo espiritual y emocional con el entorno natural, seguido por Irán, Sudáfrica, Bangladés y Nigeria. En Europa, Croacia y Bulgaria se destacan por mantener una conexión más profunda, mientras que Francia ocupa el lugar 19 y España figura última entre las naciones encuestadas.
El concepto de “conectividad con la naturaleza” hace referencia al lazo psicológico que une a las personas con otras especies y con el medio ambiente.
Según Miles Richardson, investigador de la Universidad de Derby y coautor del informe, este vínculo aumenta el bienestar y promueve comportamientos sostenibles. Sin embargo, el estudio subraya que la afiliación a organizaciones ambientalistas no necesariamente se traduce en una mayor cercanía emocional, mientras que la urbanización, el nivel de ingresos y el uso intensivo de internet tienden a debilitar esa relación.
Uno de los hallazgos más llamativos es que las sociedades con una fuerte presencia de espiritualidad o religión muestran una mayor conexión con la naturaleza. En cambio, los países con altos índices de competitividad económica —según el Banco Mundial— exhiben una desvinculación más profunda, lo que revela la tensión entre el modelo productivo y el equilibrio ambiental.
Los autores proponen estrategias para revertir esta desconexión, como integrar la naturaleza en políticas de salud pública, reconocer derechos legales a los ecosistemas y fomentar la biodiversidad en las decisiones empresariales.
“Es necesario ver a la naturaleza como un actor principal y no solo como un recurso económico”, señala Richardson.
Finalmente, el estudio plantea que la educación ambiental, las actividades al aire libre y la creación de “espacios de naturaleza sagrada” en zonas urbanas son pasos esenciales para restaurar la relación emocional y cultural con el entorno, y así garantizar una transformación sostenible a largo plazo.