Las arañas de mar que convierten el metano en alimento: Un hallazgo clave para la ecología oceánica

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José Ferrada 18-06-2025

Científicos descubrieron tres nuevas especies de arañas marinas que, en simbiosis con bacterias, transforman el peligroso gas metano en nutrientes, revelando un mecanismo natural que podría ayudar a regular este potente contaminante climático.


(CNN) - En las profundidades del Pacífico norte, donde la luz solar no llega y el metano brota del lecho marino, investigadores identificaron un extraordinario caso de supervivencia: tres especies desconocidas de arañas marinas (género Sericosura) que "cultivan" bacterias metanotróficas en sus cuerpos para alimentarse. Este descubrimiento, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, revela una estrategia nunca antes vista en estos artrópodos y destaca su potencial papel en la mitigación del cambio climático.


Granjeras de las profundidades


A diferencia de sus parientes depredadores, estas arañas translúcidas de 0.4 cm carecían de apéndices para cazar. En su lugar, albergaban bacterias en sus exoesqueletos que convertían el metano y oxígeno en azúcares y grasas, según confirmaron análisis isotópicos. "Es como si desayunaran de su propia piel", explicó la Dra. Shana Goffredi, autora principal del estudio.


El mecanismo recuerda a otras simbiosis en filtraciones de metano —como la de gusanos tubícolas—, pero era la primera vez que se documentaba en arañas marinas. Nicole Dubilier, experta en simbiosis marina del Instituto Max Planck, resaltó el equilibrio perfecto de esta relación: "Las bacterias obtienen un hábitat estable cerca del gas, y aunque muchas son consumidas, su población persiste".


Implicaciones globales y advertencias


Estos ecosistemas profundos actuarían como filtros naturales: las bacterias y sus huéspedes interceptan el metano antes de que llegue a la atmósfera, donde es 25 veces más dañino que el CO₂. Goffredi sugirió que este proceso podría inspirar soluciones biotecnológicas para reducir emisiones en otros entornos.


Sin embargo, la fragilidad del sistema preocupa a los científicos. Las especies, encontradas solo en zonas específicas frente a California y Alaska, transmitían sus bacterias a las crías, lo que las hacía vulnerables a perturbaciones como la minería submarina. "Cada zona abisal alberga adaptaciones únicas. Dañarlas sería irreversible", advirtió Goffredi.