La restricción calórica prolonga la vida, pero no siempre es lo más saludable, revela estudio
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Un nuevo estudio del Laboratorio Jackson ha descubierto que, aunque consumir menos calorías extiende la vida de los animales, la pérdida de peso drástica puede reducir la longevidad. El hallazgo plantea dudas sobre la relación entre la dieta y la longevidad en los seres humanos.
Durante casi un siglo, se ha sabido que comer menos alimentos prolonga la vida en los animales, pero las razones detrás de este fenómeno aún son en gran parte desconocidas.
Ahora, un estudio de casi mil ratones, publicado en la revista Nature, ofrece nuevas pistas al demostrar que consumir menos calorías impacta más la longevidad que el ayuno intermitente. Los ratones en dietas extremadamente bajas en calorías vivieron más tiempo, independientemente de su porcentaje de grasa corporal o niveles de glucosa.
El estudio, realizado por científicos del Laboratorio Jackson (JAX), reveló que los ratones que perdieron menos peso, a pesar de consumir menos calorías, vivieron más tiempo. “Nuestro estudio muestra que la resiliencia es clave”, explicó Gary Churchill, líder del estudio. “Aquellos que mantuvieron su peso bajo estrés vivieron más tiempo”.
En la investigación, se sometió a los ratones a cinco tipos de dietas, desde una alimentación sin restricciones hasta restricciones calóricas severas y ayuno intermitente.
Los resultados mostraron que los ratones que comían el 60% de su ingesta calórica vivieron un promedio de 34 meses, frente a los 25 meses de los ratones con dietas sin restricciones.
A pesar de estos resultados, los científicos señalaron que la genética juega un papel mucho más importante que las dietas. Los ratones con mayor resiliencia genética, aquellos que mantenían su peso y salud inmunológica a lo largo de la vida, tendían a vivir más tiempo.
El estudio también desafía la idea de que la pérdida de peso es un buen indicador de longevidad. “Aunque la restricción calórica es buena, perder peso con ella no siempre lo es”, afirmó Churchill.
Esto podría cambiar la forma en que se evalúan los ensayos clínicos de longevidad en humanos, sugiriendo que la salud del sistema inmunológico y otros factores podrían ser más relevantes para una vida larga y saludable.