Biólogos descubren la bacteria más grande jamás conocida

El equipo detalla que una sola célula mide unos 9.000 µm de largo y que, a simple vista, esta nueva especie posee algunas características extrañas que la convierten en un eslabón perdido en la evolución de las células complejas.
La mayoría de las especies de bacterias llegan a medir entre uno y cinco micrómetros de largo, sin embargo, la más grande alcanza un máximo de 750 micrómetros o 0.75 mm: Thiomargarita namibiensis.
Pero esta especie ha perdido su título, ya que biólogos lograron identificar una célula individual que llega a una longitud promedio de 9.000 µm o micrómetros.
Esto viene a romper los paradigmas previamente conocidos: su gigantesco tamaño cambia la percepción de qué tan grandes pueden ser las bacterias, ya que se creía que su tamaño estaba limitado según la distancia que podían recorrer las moléculas que intercambian en su entorno.
Entonces, ¿cómo pueden crecer tanto? El equipo indica que poseen sacos de agua que provocan un aumento en el 73% de su volumen, lo que empuja a las células hacia afuera de las membranas, por lo que las moléculas vitales no tienen que viajar por todo su ancho.
Tra un análisis genético, el equipo postuló que esta nueva especie pertenece al mismo género de T. namibiensis. pero posee un genoma muy largo de 11 millones de pares de bases con ADN, por lo que la nombraron Thiomargarita magnifica.
El ADN se encuentra empaquetado dentro de un saco de membrana, una característica que normalmente se identifica en las formas de vida más complejas, puesto que el ADN de las bacterias flota libremente a través de la célula, por lo que desdibuja la línea entre las dos clasificaciones principales de formas de vida: procariotas y eucariotas.
El organismo fue descubierto hace una década como parte de unos filamentos blancos que crecían en las hojas de mangle en descomposición de un pantano del Caribe. Sin embargo, el biólogo marino Oliver Gros no se percató de que se trataba de bacterias, ni mucho menos de células individuales.
La investigación aún no ha sido revisada por pares, pero fue preimpresa en bioRxiv.