Descubren en Kenia la primera mano fósil de Paranthropus boisei y replantean la evolución de la destreza manual en los homínidos

El hallazgo, realizado en la región de Koobi Fora y publicado en Nature, revela que Paranthropus boisei poseía una mano con rasgos tanto humanos como simiescos.
El hallazgo de los primeros fósiles de mano pertenecientes a Paranthropus boisei en Kenia ha desafiado las ideas tradicionales sobre las capacidades manuales de los antiguos homínidos.
Conocido hasta ahora por sus robustos cráneos y potentes mandíbulas —que le valieron el apodo de “Hombre Cascanueces”—, este pariente lejano del ser humano muestra una sorprendente combinación de rasgos anatómicos que unen características humanas con otras más propias de los gorilas.
El descubrimiento se realizó en Koobi Fora, cerca del lago Turkana, donde un equipo liderado por Carrie Mongle identificó huesos de la mano junto a restos craneales y dentales compatibles con esta especie.
Según el estudio, publicado en Nature, los fósiles datan de hace unos 1,52 millones de años y ofrecen una mirada inédita a la evolución funcional de la mano en los homínidos africanos.
Entre los rasgos más destacados figuran un pulgar largo, dedos rectos y un meñique móvil, que habrían permitido un agarre firme y preciso. Aunque el pulgar se asemeja al de los humanos modernos, la forma ancha de los huesos de los dedos recuerda a la de los gorilas, lo que sugiere una doble función: manipular objetos y procesar alimentos duros.
Los investigadores sostienen que P. boisei pudo haber tenido la capacidad anatómica para usar herramientas de piedra, aunque no existen pruebas directas de que las fabricara. Este hallazgo amplía la diversidad conocida en la evolución de la mano humana y plantea que distintas especies —más allá del género Homo— pudieron desarrollar formas de interacción complejas con su entorno.
El contexto fósil indica que Paranthropus boisei coexistió con Homo habilis y Homo erectus, lo que refuerza la hipótesis de una mayor diversidad ecológica y cultural entre los homínidos del este de África. Para los expertos, los nuevos restos no solo amplían la comprensión del árbol evolutivo humano, sino que también evidencian que la destreza manual, clave en nuestra evolución, tuvo raíces más profundas y compartidas de lo que se creía.