Estudio liderado por argentino revela cómo la desigualdad y la inestabilidad política aceleran el envejecimiento

Imagen
José Ferrada 14-07-2025

Contaminación, inequidad social y debilidad democrática añaden años biológicos al reloj corporal, con Latinoamérica entre las zonas más afectadas según investigación en Nature Medicine.


Un estudio pionero publicado en Nature Medicine demostró que la contaminación atmosférica, la desigualdad social y la fragilidad institucional aceleran drásticamente el envejecimiento humano. La investigación analizó datos de 161.981 personas en 40 países y creó un nuevo marcador: la brecha de edad bioconductual (BBAG), que calcula la diferencia entre la edad cronológica y la biológica determinada por salud física, cognición, educación y factores de riesgo cardiometabólicos.


Dirigido por el Dr. Agustín Ibáñez del Latin American Brain Health Institute, el trabajo confirmó que el lugar donde vivimos determina cómo envejecemos. En entrevista con Futuro 360 de CNN Chile, el experto subrayó: "Las personas con envejecimiento acelerado provienen principalmente de África, seguidas por Latinoamérica, Asia y Europa mediterránea. Quienes envejecen de forma más saludable están en el norte de Europa".


El cóctel tóxico que daña nuestro reloj biológico


El equipo internacional estudió el "exposoma" –la suma de factores ambientales– usando inteligencia artificial. Los resultados expusieron que las toxinas sociales impactan tanto como el aire contaminado. Agustín Ibáñez fue contundente: "La inestabilidad política, las democracias frágiles con menos libertad de voto o expresión, generan un envejecimiento más acelerado".


La BBAG reveló un patrón alarmante: Egipto y Sudáfrica registraron el mayor envejecimiento acelerado, mientras Europa del Norte mostró los índices más saludables. Latinoamérica exhibió una situación crítica, vinculada a contaminación ambiental, desigualdad económica y de género, e inestabilidad política con incertidumbre crónica. "Esta combinación genera estrés que, igual que las partículas tóxicas, desencadena inflamación corporal crónica. Eso erosiona órganos y cerebros", detalló Ibáñez. Las personas con mayores brechas de edad enfrentaron más riesgo de deterioro cognitivo y funcional.


Un llamado a revolucionar las políticas públicas


Para Josefina Cruzat, investigadora de la Universidad Adolfo Ibáñez, el estudio redefine radicalmente el concepto de envejecimiento. "No es solo un destino biológico, sino consecuencia de condiciones sociales construidas históricamente. Sociedades más equitativas y democráticas generan mejor desarrollo cerebral", seguró.


Los hallazgos exigen una acción coordinada. Ibáñez insistió, asegurando que los "departamentos de Ambiente, Desarrollo y Salud deben diseñar estrategias conjuntas". Cruzat agregó que "la relevancia en el ámbito de política pública tiene dos aspectos. Uno es favorecer la salud cerebral de las personas, pero además fomentar el desarrollo del capital cerebral de su población, ya que son aquellos individuos los que están interactuando, trabajando, desenvolviéndose en este entorno".


El Dr. Hernando Santamaría-García, coautor principal, cerró afirmando que "transformar entornos –reduciendo contaminación o fortaleciendo instituciones– ya no es solo una agenda climática: es un imperativo de supervivencia biológica".