Enfriar el cerebro y ayudar en la coordinación: El secreto detrás del bostezo
El bostezo no es solo señal de cansancio o aburrimiento. Estudios recientes revelan que ayuda a regular la circulación sanguínea, enfriar el cerebro e incluso podría influir en la coordinación social de humanos y animales.
Aunque suele asociarse con el cansancio o el aburrimiento, el bostezo es un fenómeno que va mucho más allá de estas ideas comunes. Investigaciones recientes indican que este acto podría cumplir funciones importantes para la circulación sanguínea y la regulación de la temperatura cerebral.
Todos los vertebrados parecen bostezar de alguna forma, desde primates sociables como los babuinos hasta aves como los periquitos o incluso cocodrilos. Esto sugiere que el bostezo no es un simple reflejo humano, sino un comportamiento universal con posibles implicancias fisiológicas.
Durante años se creyó que bostezar servía para oxigenar la sangre, pero estudios científicos han descartado esta hipótesis. Experimentos que manipularon niveles de oxígeno y dióxido de carbono en voluntarios demostraron que estas variaciones no alteran la frecuencia del bostezo, ni siquiera en personas con enfermedades respiratorias.
Andrew Gallup, profesor de biología del comportamiento en la Universidad Johns Hopkins, sostiene que la clave está en la circulación. Según explica, la apertura profunda de la mandíbula y la inhalación prolongada permiten que la sangre fluya mejor hacia y desde el cerebro. “Es como un estiramiento para la cabeza: así como mover los brazos o las piernas favorece la circulación, bostezar cumple un efecto similar en el cráneo”, comenta.
Además, el bostezo podría ayudar a regular la temperatura cerebral. El aire que se inhala al bostezar pasa por la boca y las fosas nasales, enfriando el cerebro mediante procesos de convección y evaporación. Este efecto explica por qué los bostezos son más frecuentes cuando hace calor y disminuyen en climas fríos.
Otro aspecto interesante es el “bostezo contagioso”, que se da tanto en humanos como en otros animales sociales. Observar a alguien bostezar activa las llamadas neuronas espejo, lo que genera una respuesta automática. Esta reacción podría servir para sincronizar estados de alerta dentro de un grupo, ayudando a que todos los miembros mantengan atención o regulen su actividad antes de descansar.
En resumen, el bostezo no es solo un gesto de cansancio: regula la circulación, ayuda a enfriar el cerebro y puede contribuir a la coordinación social. Lo que antes parecía un simple reflejo se revela como un mecanismo complejo y beneficioso para la salud cerebral y social.