Alma descubre una potente molécula dentro de un disco formador de planetas

Isabel Hodge 10-03-2022
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Utilizando los datos del telescopio ALMA, ubicado en Chile. Los científicas del Observatorio Leiden detectaron la molécula más grande jamás identificada en el centro de un disco de formación planetaria, específicamente de la estrella IRS 48.


En el mes en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, investigadores del Observatorio de Leiden, en los Países Bajos, realizaron un descubrimiento sin precedentes.

Se trata de un dimetil éter en un disco de formación de planetas que posee nueve átomos y es el precursor de moléculas orgánicas de mayor tamaño que pueden conducir a la aparición de la vida.

Para lograr esta hazaña, utilizaron el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), ubicado en el norte del país. Y detectaron a esta potente molécula alrededor de la joven estrella IRS 48.

“A partir de estos resultados, podemos aprender más sobre el origen de la vida en nuestro planeta y, por lo tanto, tener una mejor idea del potencial de vida en otros sistemas planetarios. Es muy emocionante ver cómo estos hallazgos encajan en el panorama general“, dijo Nashanty Brunker, autora principal del estudio.

Crédito: ESO

¿Que es un dimetil éter?

Se trata de una molécula orgánica comúnmente observada en nubes de formación estelar, pero jamás vista en un disco de formación de planetas.

Es realmente emocionante detectar por fin estas moléculas de mayor tamaño en los discos. Durante un tiempo pensamos que no iba a ser posible observarlos”, indicó Alice Booth, coautora de la investigación.

¿Qué significa esto?

El estudio de su formación y evolución permitirá comprender de mejor manera cómo las moléculas prebióticas -componente básico de la vida- pueden terminar en la formación de los planetas, evento que ocurrió en el nuestro.

“Estamos muy contentos de poder comenzar a seguir todo el viaje de estas moléculas complejas desde las nubes que forman estrellas hasta los discos de formación de planetas y cometas. Esperemos que, con más observaciones, podamos acercarnos un paso más a la comprensión del origen de las moléculas prebióticas en nuestro propio Sistema Solar”, explicó Nienke van der Marel, coautora del estudio publicado en Astronomy & Astrophysics.