Los adolescentes que se van a dormir temprano para descansar más horas tienen cerebros más ágiles, descubre estudio

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José Ferrada 22-04-2025

Investigación con 3,000 jóvenes revela que pequeños cambios en los hábitos de sueño generan grandes diferencias en habilidades mentales y desarrollo cerebral.


Los adolescentes que se acuestan antes y duermen más horas obtienen mejores resultados en pruebas cognitivas, según un estudio publicado en Cell Reports. La investigación, realizada por las universidades de Cambridge y Fudan con 3,222 participantes, demostró que diferencias de apenas 15 minutos en el descanso nocturno impactan significativamente en el rendimiento cerebral.


El poder oculto de 25 minutos extra


El estudio dividió a los adolescentes en tres grupos según sus patrones de sueño. Quienes se acostaban más temprano y dormían en promedio 7 horas 25 minutos - solo 15 minutos más que el grupo intermedio - mostraron mayor volumen cerebral, mejor funcionamiento cognitivo y puntajes superiores en pruebas de vocabulario y resolución de problemas. "Es sorprendente cómo pequeños cambios acumulativos generan grandes diferencias", señaló la neuropsicóloga Barbara Sahakian, coautora del estudio, según reportó The Guardian.


Aunque ningún grupo alcanzó las 8-10 horas recomendadas, los resultados confirman que el sueño consolida la memoria y potencia el desarrollo cerebral durante la adolescencia, etapa crítica de maduración neurológica. Las imágenes cerebrales revelaron que los dormidores tempranos tenían estructuras cerebrales más desarrolladas, incluso con variaciones mínimas en la duración del sueño.


Un llamado a cambiar hábitos


Expertos como Colin Espie de Oxford advierten sobre el "jet lag social" que sufren los adolescentes al alterar sus ciclos entre semana y fines de semana. La solución, proponen los investigadores, incluye ejercicio regular y menos pantallas nocturnas. "Pequeños ajustes en la rutina previa al sueño pueden marcar la diferencia", explicó Gareth Gaskell de la Universidad de York.


El estudio refuerza la necesidad de priorizar el descanso en esta etapa vital. Como concluyó Sahakian: "Dormir no es tiempo perdido, sino una inversión en el potencial cognitivo". Los hallazgos podrían impulsar cambios en políticas educativas, incorporando educación sobre higiene del sueño en las escuelas.