Descubren que los microbios contagiosos pueden viajar y sobrevivir por miles de kilómetros en el viento

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José Ferrada 11-09-2024
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Un nuevo estudio revela que bacterias y hongos peligrosos pueden recorrer largas distancias a través del aire, lo que podría implicar nuevos riesgos para la salud humana.


Científicos han descubierto que los microbios que causan enfermedades en humanos pueden viajar miles de kilómetros en vientos de gran altitud, según una investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Estos microbios incluyen bacterias y hongos patógenos, algunos con genes de resistencia a los antibióticos, lo que podría generar preocupaciones sobre su dispersión global.

El estudio analizó partículas de polvo transportadas desde campos agrícolas en el noreste de China hasta Japón, recorriendo más de 1,200 millas (2,000 km). Los investigadores encontraron más de 300 tipos de bacterias y alrededor de 260 tipos de hongos en las muestras recolectadas sobre Tokio, algunos de los cuales eran capaces de sobrevivir y replicarse tras el largo viaje.

Aunque la concentración de microbios era baja y no representa un riesgo directo de infección, los científicos expresaron su preocupación sobre la posibilidad de que estos microorganismos se adapten a nuevos entornos.

El profesor Xavier Rodó, del Instituto de Salud Global de Barcelona, explicó a The Guardian que entre el 30% y 40% de los microbios encontrados eran patógenos conocidos u oportunistas.

“Este estudio es una advertencia para reconsiderar nuestra percepción del aire, especialmente en las capas superiores de la atmósfera, que creíamos estériles”, afirmó.

El transporte de microbios a través del aire ha sido estudiado previamente, pero esta es la primera vez que se detectan especies patógenas para humanos viajando a distancias tan largas.

Entre los patógenos hallados estaban bacterias como E. coli y Clostridium difficile, que pueden causar graves infecciones. Los microbios viajaron incrustados en partículas de polvo, lo que les permitió resistir la deshidratación y la radiación ultravioleta.

Este hallazgo refuerza la necesidad de monitorear la propagación de genes de resistencia a los antibióticos, ya que estos también pueden ser transportados por el aire.

Los investigadores subrayan que, aunque las concentraciones de estos microorganismos en el aire son bajas, los riesgos para personas inmunocomprometidas no deben ser descartados.