¿Los ríos deberían tener derechos? El movimiento que afirma que hay tratar a estos caudales como si fueran personas
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Un grupo conformado por pueblos originarios y activistas están comenzando a luchar por entregarle representación legal a estos valiosos flujos de agua dulce. Con lo anterior, buscan protegerlos de la contaminación y el creciente número de represas. Esta medida ya se ha implementado en Nueva Zelanda, Colombia e India.
Con el número de represas en Chile alcanzando las 137 -y contando-, un grupo de pueblos originarios, ciudadanos y activistas, afirman que llegó el momento de concederle derechos legales (tal y como a una personas), a los ríos del país.
Esta campaña no está ocurriendo de forma aislada, de hecho, está siendo inspirada por otros países, donde un pequeño -pero creciente- número de cortes y legislaturas están optando por entregarle representatividad legal a estos flujos naturales de agua dulce.
Nueva Zelanda, Colombia e India ya han estado actuando al respecto durante los dos últimos años, sin embargo las ramificaciones prácticas de estas declaraciones siguen siendo poco claras.
Según Jens Benöhr y Patrick J. Lynch, miembros de Red por los Ríos Libres, esto se debe a que la visión occidental sobre los ríos (y la naturaleza en general), ha fallado. Los Estados y sistemas legales de esta parte del mundo ven y protegen al agua como una propiedad, lo cual puede llevar al mal uso y la contaminación de este importante recurso.
“Una crítica constante por parte los grupos ambientalistas hacia naciones tales como Chile o Estados Unidos, es que protegen a las empresas con los mismos derechos que a las personas, mientras que a los ecosistemas vivientes que nos mantienen con vida no“, apuntan Benöhr y Lynch para Yale Enviroment 360.
El código del agua en Chile se estableció durante la dictadura de Pinochet, y sigue tratando al agua como un recurso renovable, en lugar de uno que se agota a un ritmo alarmante. Bajo dicho establecimiento de leyes, las compañías pueden vender este líquido al mejor postor.
Esto se transforma en un asunto de suma importancia, sobretodo considerando que el Río Bío-Bío, uno de los más grandes de Latinoamérica y el más importante para la cultura mapuche está siendo retenido por numerosas represas, inundando todo lo que está a su alrededor.
¿Qué cambios reales se pueden realizar?
Una solución puede ser llevar la lógica de “las corporaciones son personas” a estas importantes corrientes de agua. Durante los dos últimos años a lo largo del mundo han surgido numerosas propuestas legislativas que proponen tratar a los ríos como personas.
El 2017 el estado de Nueva Zelanda le entregó el estado de legal de persona al río Whaganui, el tercero más largo del país, y según creen los Maorí, un antepasado sagrado. Para llevar esto a cabo, el parlamento neozelandés mezcló su legislación occidental con las creencias de los pueblos originarios, para así combatir a las empresas que buscaban instaurar represas en dicho río.
Situaciones similares, que sincretizan creencias ancestrales con medidas de protección medioambientales sucedieron en Colombia con el Río Atrato en la región de Chocó, o en India, con el Río Ganges.