Investigación sostiene que el smog puede dañar el sentido del olfato
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Científicos de Johns Hopkins Medicine detallaron que respirar pequeñas partículas de contaminación durante largos períodos de tiempo puede aumentar el riesgo de padecer anosmia. “Es un riesgo potencialmente modificable si las fuentes de emisión se pueden controlar mejor”, manifestó el autor del estudio.
Santiago ocupa el puesto 26 dentro de las capitales del mundo más afectadas por la contaminación del aire, según el ranking de IQair, presentado en marzo de este año. Ahora, un nuevo estudio sugirió que este fenómeno puede poner en riesgo el sentido del olfato.
Especialistas de la prestigiosa Johns Hopkins Medicine revelaron que respirar pequeñas partículas de contaminación durante largos períodos de tiempo puede aumentar las posibilidades de padecer anosmia o pérdida del olfato. El estudio fue publicado en la revista JAMA Network Open.
Para llegar a esta conclusión, el equipo analizó a 2.690 personas de diferentes partes del mundo, cuyas edades fluctuaban entre 18 años o más. Tras diferentes evaluaciones de otorrinolaringólogos realizadas entre enero de 2013 y diciembre de 2016, descubrieron que 538 tenían anosmia.
“Es curioso que todo el grupo que había perdido el sentido del olfato tuviera una exposición significativamente mayor a estas partículas, en comparación con el grupo que no desarrolló la enfermedad”, sostuvo el autor principal del estudio, el Dr. Murugappan Ramanathan.
Para estudiar en profundidad este fenómeno, los investigadores introdujeron los datos obtenidos en un modelo informático complejo, que incluyó mediciones ambientales meteorológicas y satelitales, además de diferente información para estimar los niveles de contaminación de PM2.5.
Los expertos se centraron en la exposición a la contaminación del aire PM2.5, la cual, dependiendo del lugar, puede incluir una serie de materiales como polvo, suciedad, hollín, humo y metales. Su presencia se ha relacionado con enfermedades cardiovasculares y otros padecimientos como el asma.
“La exposición a largo plazo a altos niveles de PM2.5 representa un factor de riesgo común para la pérdida del sentido del olfato, especialmente en poblaciones vulnerables como las personas mayores, pero también uno que es potencialmente modificable si las fuentes de emisión se pueden controlar mejor”, concluyó Ramanathan.