¿De dónde viene el Ozempic? Conoce al "monstruo" que produce el veneno necesario para fabricar el popular medicamento
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Desde el monstruo de Gila hasta el escorpión más letal del mundo, las toxinas de la naturaleza han inspirado tratamientos revolucionarios para la diabetes, el cáncer y otras enfermedades.
El veneno del monstruo de Gila, un reptil cuya mordedura puede ser letal para los humanos, fue clave para el desarrollo de medicamentos como Ozempic y Wegovy. A finales del siglo XX, el endocrinólogo Daniel Drucker descubrió que una proteína en el veneno de este animal, llamada Exendina-4, imita la hormona GLP-1 humana, que regula el azúcar en sangre y suprime el apetito. Esta proteína, más resistente a la degradación en el cuerpo, se convirtió en la base de los agonistas del GLP-1, ampliamente utilizados hoy para tratar la diabetes tipo 2 y la obesidad.
"El monstruo de Gila nos mostró cómo la naturaleza puede ofrecer soluciones inesperadas", explicó Drucker en una entrevista con Global News.
Venenos que curan
Este no es el único caso en el que las toxinas animales han inspirado medicamentos esenciales. El lisinopril, uno de los fármacos más vendidos del mundo para tratar la hipertensión y la insuficiencia cardíaca, se deriva del veneno de la víbora de Brasil (Bothrops jararaca). Su veneno contiene inhibidores enzimáticos que, en lugar de dañar, ayudan a regular la presión arterial.
Otro ejemplo notable proviene de las esponjas marinas. La esponja caribeña (Tectitethya crypta) produce nucleósidos que protegen su ADN. Estos compuestos inspiraron la creación de la citarabina, un fármaco de quimioterapia esencial para tratar el linfoma no Hodgkin y la leucemia.
El escorpión que ilumina tumores
En 2004, el oncólogo Jim Olson buscaba una forma de identificar tumores cerebrales residuales después de la cirugía. Su equipo descubrió que el veneno del escorpión deathstalker (Leiurus quinquestriatus) contiene un péptido, la clorotoxina Cy5.5, que se une exclusivamente a las células cancerosas. Este hallazgo llevó al desarrollo de Tozuleristide, una molécula sintética que, bajo luz infrarroja, ilumina tumores de apenas cientos de células.
"El veneno del escorpión nos permitió ver lo invisible en el cerebro", dijo Olson.
Un futuro en riesgo
Aunque estos avances son prometedores, dependen de la conservación de las especies y sus hábitats. "Muchas respuestas a nuestros problemas pueden encontrarse en la naturaleza, pero solo si protegemos estos recursos", advirtió Olson.
Desde tratamientos para la diabetes hasta innovaciones en oncología, los venenos animales demuestran que la naturaleza es una fuente inagotable de soluciones médicas. Sin embargo, su preservación es esencial para seguir descubriendo medicamentos que salven vidas.