Columna de opinión de Macarena Morales: Obesidad, mejor no mirar

Imagen
José Ferrada 04-03-2025

La obesidad y el sobrepeso afectan cada vez a más personas, especialmente a niños, con graves consecuencias para la salud. A pesar de los avances en políticas públicas, las cifras siguen en aumento, lo que hace urgente abordar este problema con soluciones colectivas e individuales.


Este 4 de marzo es el Día Mundial de la Obesidad, fecha que, como muchas otras, busca visibilizar este tema que todos sabemos que es una problemática latente, que es importante abordar de manera individual y colectiva, pero que preferimos no mirar, lo escondemos bajo la alfombra, mientras las cifras aumentan y las consecuencias se vuelven más difíciles de afrontar.


La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud, según la OMS, pero todos sabemos que involucran mucho más que eso.


Vamos por partes. Es cierto que, físicamente, pueden considerarse una acumulación anormal. Existen tablas utilizadas por los médicos, el IMC (herramienta de larga data), percentiles que nos definen concretamente si estamos en este rango o no, y que son útiles para las estadísticas. Sin embargo, hay otra dimensión, quizás no cuantificable, que tiene que ver con la carga emocional y psicológica que llevan las personas con sobrepeso y obesidad, afectando fuertemente su salud mental. Porque, claro está, nadie tiene sobrepeso u obesidad porque quiere. Nadie decide fácilmente ser el llamado "gordo" o "guatón" del curso (por lo demás, palabras que debemos borrar de nuestro lenguaje en el trato hacia los demás).


Dicho esto, no es de extrañar que cada avance de la ciencia que permita bajar esos kilos de más se vuelva un negocio millonario. Estamos en una búsqueda constante de la "píldora mágica" para perder peso: semaglutida (nombre comercial Ozempic), cirugías, pastillas milagrosas, entre otras. Son soluciones útiles, pero solo cuando se complementan con un enfoque integral que aborde la multidimensionalidad de la enfermedad.


La industria de la alimentación nos "facilitó" la vida al ultraprocesar la comida, lo que permitió saciar el hambre, pero a cambio llenó nuestros platos de calorías vacías. Como consecuencia, tenemos una población con sobrepeso y obesidad, pero desnutrida en términos de nutrientes esenciales, lo que aumenta el riesgo de múltiples enfermedades.


La vida moderna también nos alejó del movimiento, clave para la quema de calorías y otros procesos metabólicos. Ascensores en vez de escaleras, scooters, autos en trayectos cortos que antes caminábamos, y, para qué decir, consolas de videojuegos que reemplazan los partidos de fútbol con imágenes casi reales, en lugar de que los niños jueguen con una pelota. La inseguridad también ha influido, encerrando a los niños y limitando su actividad física. En Chile, 1 de cada 2 niños tiene sobrepeso u obesidad.


Estos son solo algunos factores que han llevado a lo que es, sin duda, la pandemia silenciosa más grande que enfrenta Chile y el mundo, con un costo altísimo para la salud pública y para las personas.


Más allá del impacto en la salud mental, la obesidad y el sobrepeso son detonantes de las ENT (enfermedades no transmisibles), que hoy son la principal causa de muerte y se presentan cada vez a edades más tempranas. Entre ellas están las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer. Se estima que el 80% de las ENT son prevenibles, y uno de los principales factores de riesgo es la malnutrición por exceso.


Las soluciones a problemas multidimensionales deben ser colectivas. Chile fue pionero en la Ley de Etiquetado de Alimentos, un avance innegable, pero, tras más de una década de implementación, seguimos teniendo la incidencia más alta de obesidad y sobrepeso infantil en la región. Es urgente seguir avanzando, fortalecer políticas públicas que fomenten una mejor educación alimentaria y la seguridad en los barrios, para que los niños puedan volver a jugar al aire libre.


Sin embargo, en las soluciones colectivas también hay responsabilidades individuales. Debemos asumir nuestra parte en casa, educar a nuestros hijos en la cultura del movimiento y la alimentación saludable, aunque parezca ir contra la corriente. ¿Cómo empezar? Primero, reconociendo que este es un problema real. Reducir el consumo de ultraprocesados, conectar con la comida real (aquella que viene de la naturaleza) y obligarnos a movernos parecen pasos simples, pero cruciales. Porque niños obesos hoy, significan adultos enfermos mañana.

Escrito por: Macarena Morales, subeditora de CNN Futuro.