Científicos canadienses descubren fármacos que eliminan "células zombis" y podrían revolucionar el tratamiento del dolor lumbar

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José Ferrada 23-04-2025

Un estudio de la Universidad McGill revela que dos medicamentos, incluido un compuesto natural derivado de la cúrcuma, atacan la causa raíz del dolor crónico de espalda en modelos preclínicos.


Un tratamiento innovador que elimina las llamadas "células zombis" podría transformar el manejo del dolor lumbar crónico, según una investigación publicada en Science Advances por científicos de la Universidad McGill. Los fármacos o-Vanillin (derivado de la cúrcuma) y RG-7112 (usado contra el cáncer) demostraron en ratones reducir la inflamación, revertir daños en discos vertebrales y aliviar el dolor tras ocho semanas de administración oral.


Rompiendo el círculo del dolor crónico


Las células senescentes o "zombis" —que se acumulan con la edad o lesiones— son clave en este avance. "Estas células no mueren, sino que liberan sustancias inflamatorias que perpetúan el dolor", explica la Dra. Lisbet Haglund, líder del estudio. El equipo descubrió que la combinación de ambos fármacos tuvo mayor eficacia que su uso individual, eliminando estas células problemáticas y restaurando tejidos dañados.


El hallazgo más sorprendente fue la efectividad del o-Vanillin, un compuesto natural incluido casi por casualidad en la investigación. "Nadie esperaba que un derivado de la cúrcuma pudiera actuar como senolítico [destructor de células zombis]", admitió Haglund, según reportó EurekAlert. Este descubrimiento abre la puerta a tratamientos menos invasivos que las actuales cirugías o analgésicos, que solo enmascaran síntomas.


Próximos pasos: del laboratorio a los pacientes


Aunque los resultados son prometedores, los investigadores advierten que falta confirmar su eficacia en humanos. El equipo ya trabaja en modificar la estructura del o-Vanillin para prolongar su efecto y explorar aplicaciones en otras enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como artritis u osteoporosis.


Este avance representa un cambio de paradigma: atacar la causa biológica del dolor en lugar de sus consecuencias. Como señala Haglund, "podríamos estar ante la primera terapia que no solo alivia, sino que repara el daño subyacente". Mientras se preparan ensayos clínicos, millones de pacientes con dolor crónico ven una nueva esperanza en el horizonte científico.