Pocas noches de mal sueño pueden causar un gran impacto en el bienestar físico y mental

Para llegar a esta conclusión, los científicos de la Universidad del Sur de Florida analizaron los datos de casi 2 mil adultos de mediana edad. “Muchos creemos que podemos pagar nuestra deuda de sueño los fines de semana y ser más productivos el resto de días”, afirmó la autora principal de la investigación, Soomi Lee.
Los especialistas concuerdan en que un adulto debe dormir entre 7 y 9 horas diariamente para mantener una salud óptima y rendir adecuadamente. Sin embargo, la pandemia ha causado que las personas tengan una mala calidad del sueño y sufran de insomnio debido al estrés que la crisis representa.
Al respecto, un nuevo estudio elaborado por la Universidad del Sur de Florida dejó al descubierto que solo se necesitan tres noches consecutivas de mal sueño para que el bienestar físico y mental se deteriore considerablemente. Los detalles fueron publicados en la revista Annals of Behavioral Medicine.
“Muchos creemos que podemos pagar nuestra deuda de sueño los fines de semana y ser más productivos el resto de días (…) pero estos resultados muestran que solo una noche sin dormir puede afectar significativamente el funcionamiento diario”, sostuvo en un comunicado la autora principal Soomi Lee.
Para llegar a esta conclusión, el equipo estadounidense analizó una serie de datos proporcionados por el estudio Midlife in the United States que incluye la información de casi 2 mil adultos de mediana edad que estaban relativamente sanos y bien educados.
Del total de personas analizadas, un 42% tuvo al menos una noche de pérdida de sueño, durmiendo 1 hora y media menos que lo normal. Para estudiar cómo se desgasta del cuerpo ante esta pérdida, los voluntarios debieron registrar sus comportamientos mentales y físicos en un diario durante ocho días seguidos.
Tras evaluar la información, el equipo descubrió que el número de problemas físicos y psicológicos empeoró constantemente, alcanzando su punto máximo en el tercer día de mal sueño. El cuerpo se acostumbró relativamente a esta situación, pero todo cambio el día seis, ya que los voluntarios informaron que sus síntomas físicos empeoraron aún más.