Los ojos de un bebé en Tailandia cambian de color luego de recibir fármaco contra el COVID-19
De un marrón oscuro a un azul un poco vibrante, ese fue el cambio de color que observó la madre del menor, una investigación atribuye la decoloración de la córnea con el consumo de un medicamento contra el COVID-19, favipiravir.
El tratamiento de la infección por el SARS-CoV-2, el virus responsable de la COVID-19, ha sido un tema crucial en la lucha contra la pandemia.
Uno de los medicamentos utilizados es el favipiravir, que ha mostrado ser efectivo en algunos casos. Sin embargo, un reciente informe de caso presenta un efecto secundario inusual en un niño tratado con este fármaco: la decoloración de la córnea.
Un bebé varón de 6 meses fue diagnosticado con COVID-19 y se le prescribió favipiravir como parte de su tratamiento. Sin embargo, su madre notó una decoloración azulada en los ojos del niño después de 18 horas de iniciar la terapia con el medicamento.
Sus ojos antes del medicamento.
Esta decoloración solo se observaba en la córnea y desapareció después de suspender el tratamiento, tomando cinco días para volver al color normal. Un oftalmólogo confirmó la recuperación completa dos semanas después.
Este medicamento fue aprobado para tratar diversas enfermedades virales, ha sido utilizado para combatir la COVID-19 en algunos países. Aunque ha demostrado ser efectivo en la eliminación del virus, también se han reportado efectos secundarios, como hiperuricemia leve, diarrea y neutropenia.
Los ojos de menos con una decoloración.
La decoloración azulada de la córnea es un efecto adverso raro asociado al favipiravir. Hasta ahora, no se había reportado en pacientes pediátricos. En este caso, la decoloración se resolvió más lentamente en comparación con informes previos, lo que sugiere que varios factores, incluyendo la edad y la dosis, podrían influir en la velocidad de recuperación.
Monitoreo y estudios futuros
Es crucial seguir monitoreando la seguridad y los efectos secundarios de los medicamentos utilizados para tratar la COVID-19, especialmente en niños en pleno desarrollo. Si bien este efecto adverso es poco común, debe ser tomado en serio por la comunidad científica y estudiado más a fondo para comprender su incidencia y sus posibles consecuencias a largo plazo en la salud ocular.
La investigación fue publicada en la revista Frontiers.