Australia impulsa el retorno del bettong de cola de cepillo, un marsupial que estuvo al borde de la extinción
Un ambicioso proyecto ecológico en la península de Yorke logró reintroducir cerca de 200 ejemplares de esta especie clave para el funcionamiento del ecosistema, tras décadas de depredación, pérdida de hábitat y una drástica reducción genética.
El bettong de cola de cepillo, un pequeño marsupial que recuerda a un canguro en miniatura y que carga a sus crías en una bolsa, esconde una estrategia extrema de supervivencia.
Cuando un depredador lo acorrala, puede expulsar a su cría y huir en dirección contraria, una conducta que, aunque parece brutal, ha sido fundamental para sostener a una especie que llegó a desaparecer por completo de la península de Yorke, al sur de Australia.
Esta especie —también conocida como woylie o yalgiri en la lengua del pueblo Narungga— ocupaba más del 60% del territorio continental australiano. Sin embargo, la llegada de gatos y zorros introducidos durante la colonización europea, junto con la pérdida de sus hábitats naturales, desencadenó un colapso poblacional. Entre 1999 y 2010, la población cayó un 90%, un desplome asociado, según distintas investigaciones, a la propagación de parásitos sanguíneos y otros factores ambientales. Hoy solo habita una fracción mínima de su distribución original, principalmente en islas y zonas aisladas del suroeste australiano.
Para revertir esta crisis, la iniciativa Marna Banggara —antes conocida como Gran Arca del Sur— está impulsando la restauración ecológica de la península de Yorke. Liderado por la Junta de Paisaje del Norte y Yorke, el proyecto adoptó su nuevo nombre para honrar al pueblo Narungga, estrechamente involucrado en el proceso. “Marna significa ‘bueno, próspero, saludable’, y Banggara se traduce como ‘país’”, explica Garry Goldsmith, miembro de esta comunidad y parte central del equipo.
Uno de los primeros pasos fue instalar una valla de 25 kilómetros para controlar a los depredadores invasores y crear un refugio seguro de 150.000 hectáreas. Con este entorno protegido, se reintrodujeron casi 200 bettongs entre 2021 y 2023, provenientes de diversas poblaciones para fortalecer el acervo genético de la especie. “Es fundamental recuperar la variabilidad genética; ahí está la base del futuro de los yalgiri”, señala Derek Sandow, director de proyectos de Marna Banggara.
La elección de este marsupial como especie pionera no fue casual. Los bettongs son considerados “ingenieros del ecosistema” por su capacidad de remover entre dos y seis toneladas de tierra al año en su búsqueda de hongos subterráneos, su principal fuente de alimento. Este comportamiento mejora la calidad del suelo, favorece la germinación de plantas y contribuye a la salud general del ecosistema.
Los resultados iniciales superan las expectativas. Un monitoreo reciente mostró que casi el 40% de los ejemplares capturados eran descendientes directos de los animales reintroducidos, y 22 de las 26 hembras examinadas tenían crías en la bolsa, un indicador claro de que la población se está recuperando con éxito.
El avance abre la puerta a nuevos esfuerzos de conservación. El equipo espera reintroducir otras especies desaparecidas de la región, como el bandicut pardo del sur, el fascógalo de cola roja y el quol occidental. Sandow sostiene que los beneficios no solo son ecológicos: “Una región ambientalmente sana puede fortalecer el turismo, la agricultura y las economías locales. La conservación no tiene por qué excluir el desarrollo”.